Después de presenciar la deplorable actuación de la selección mexicana de
futbol en el torneo preolímpico y la vergonzosa eliminación del equipo de Hugo Sánchez, me surge la imagen del equipo mexicano de beisbol manejado por José Tolentino y también lastimosamente marginado de los juegos olimpicos de Pekín.
Y es que, más allá de las notables diferencias mercadotécnicas, estas selecciones tuvieron varios factores en común.
Ambas escuadras comenzaron su participación en los torneos, curiosamente ante los
equipos de Canadá. Los futbolistas apenas empataron, mientras que los beisbolistas perdieron por un escandaloso marcador de 15 carreras por 10.
Y aquí comenzaba otro factor en común: las declaraciones desafortunadas: Hugo empezó a decir que si no se lograba la clasificación "no pasaba nada", mientras que Tolentino aplicó la fácil salida de echarle la culpa a "la suerte".
Ambos continuaron y en sus siguientes compromisos sellaron la eliminación. Ciertamente, el representativo de beisbol tuvo rivales históricamente complicados, las escuadras orientales juegan pelota de mucho contacto y de pitcheo dominante, situación suficiente para dominar al equipo mexicano que estuvo inofensivo con el madero. Llegó entonces la hora de la verdad para ambas escuadras: la imperiosa necesidad de ganar. Futbol goleó, pero no le alcanzó, los beisbolistas ganaron de manera espectacular, con una actuación magistral de Francisco "Pancho ponches" Campos, quien abanicó a 18 enemigos en 8 entradas de labor donde blanqueó a Sudáfrica, partido en el que también despertó Karim García con 2 vuelacercas.
Ambas escuadras estaban eliminadas. Los futbolistas a llorar por la generación dorada perdida, mientras los peloteros terminaron ganando el resto de los encuentros por buen margen y siendo dominantes. Pero, como se diría coloquialmente: "¿ya pa´que?". Y es que, ambos equipos quisieron despertar cuando se tenía ya el agua hasta el cuello, comenzaron a acertar cuando era demasiado tarde, es decir: se quedaron dormidos, dejaron las cosas para mañana, para última hora. Se vieron, al fin y al cabo mexicanos.
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