La plantilla de Vaqueros Laguna está convertida en un auténtico hospital. Ciertamente en un equipo de beisbol se debe tener en cuenta que surgirán imponderables, como sucede hoy día, y entonces la obligación de conjuntar un dugout confiable que pueda suplir a cualquier elemento. Pero en el caso de Vaqueros, aunque han respondido muy bien los elementos jóvenes, sobre todo a la defensiva, debe ser en realidad frustrante para Ramón Esquer el tener que buscar posiciones distintas a los jugadores prácticamente en cada partido.
Las lesiones aquejaron a los naranjas desde antes del comienzo de la campaña, con una ligera dolencia en la espalda y en uno de sus tobillos a Luis Carlos García, una lesión en las cervicales a Juan Carlos Canizales, un dolor en el codo de Vinicio González y el peligroso accidente de Iván Araujo en uno de sus pulmones. Araujo y el “clipper” García lograron recuperarse para estar jugando en la segunda semana de la temporada, sin embargo, el “canelo” Canizales no corrió con la misma suerte, ya que aunque estuvo en algunos partidos e inclusive disparó un cuadrangular, su lesión de las cervicales se agravó y lo dejó fuera de circulación, presumiblemente para el resto de la campaña.
Transcurriendo los días, el equipo naranja no dejó de parecer un nosocomio. Fernando Barreras inició a muy buen ritmo la campaña, aún se recuerda su gran salida contra los Sultanes del Monterrey en la ciudad de las montañas, pero el obregonense sufrió una lesión de su codo de lanzar en la gira por tierras veracruzanas. Hace unos días, Mario Valdez sufrió una fractura en su mano y está en el hule. Y Nicolás García, quien está jugando gran defensiva, se dislocó el hombro al tenderse por una rola en el parque Madero ante los Saraperos.
Las situaciones obligan a Esquer a mover sus piezas por la razón que menos le gustan a un manager: las lesiones. El más claro ejemplo es Dionys César, quien ha tenido que jugar la segunda base, los jardines y las paradas cortas. Quizá es necesaria una limpia, pero no de jugadores, sino obra de algún “chamán” o curandero que aleje al fantasma de las fracturas en los peloteros.
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